Madrileño, 86 años. Jurista, expolítico, escritor, presidente de honor del despacho de abogados J & A Garrigues y del comité español de Acnur. «Esta pandemia nos habla de la dignidad que todo ser humano atesora y debemos defender». Por Raquel Peláez /Fotografía: Daniel Méndez

 Hablan los mayores: intelectuales, artistas, políticos, científicos… de más de 80 años toman la palabra en un número especial de ‘XLSemanal’

→ El ser humano ha progresado mucho moralmente. No somos una manada de ñus cruzando un río lleno de cocodrilos en el que varios se quedan atrás y los demás salen corriendo a ponerse a resguardo. No lo somos, pero el razonamiento, con intención sedante, de que el coronavirus solo afectaba a las personas mayores o con patologías previas era más propio del cocodrilo que del Homo sapiens.

→ No se trata de cuándo muramos, sino de cómo. Por eso, esta pandemia nos habla de la dignidad que todo ser humano atesora y debemos defender. Que hay gerontofobia nadie lo puede dudar, pero yo creo que los jóvenes nos miran a los viejos no tanto con desprecio, sino con compasión… y la piedad puede ser durísima.

«Creo en la duda y en la incertidumbre como camino»

→ En el mundo anglosajón se acepta la idea de que toda persona tiene que ocuparse de sus propios intereses, pero también de los colectivos. Es un sentimiento muy difícil de encontrar en Europa. Aquí se piensa que, si hay un problema en el sector público, lo tienen que arreglar ellos, mientras que los anglosajones creen en la responsabilidad individual: yo soy responsable de lo que pasa en mi colectividad y por tanto debo hacer todo lo posible para que mejore esa situación.

→ He tenido un padre estupendo que me dio una educación liberal. Además, mi madre era americana y cuando íbamos a Estados Unidos allí ya se hablaba de todos estos temas, del papel de la sociedad civil y de la responsabilidad del ciudadano.

→ El peor recuerdo de mi infancia fue la muerte de mi madre. Yo tenía 10 años y no entendía su muerte; y creo que sigo todavía teniendo un problema de orfandad, es decir, siento la ausencia de mi madre. En cierto modo le echaba la culpa: ¿por qué te has ido? Éramos una familia numerosa de ocho hermanos, y mi padre tenía que trabajar mucho y alimentarnos y no podía ocuparse de nosotros. Creo que eso influye en el carácter, el no haber tenido una madre.

→ Cada vez veo más gente en España que se afirma liberal, pero solamente en una cosa: la economía. El auténtico liberal lo es para todo, incluido lo cultural, lo religioso o lo político. No se puede ser liberal a medias. Un liberal defiende que el sector privado es el decisivo, pero no puede rechazar que se necesita un sector público que cumpla funciones que el privado no puede satisfacer. En España no se entiende bien esta idea.

→ En una sociedad tiene que haber todo tipo de personas, gente en la extrema derecha y gente en la extrema izquierda. Y todo el mundo tiene un poco de razón. No entiendo esa obsesión por querer tener toda la razón. Con lo deliciosa que es la duda. Creo en la duda y la incertidumbre como un camino.

→ El mayor cambio y el más maravilloso que he visto en toda mi vida es el que se ha producido en la relación hombre-mujer. En este despacho somos cerca de 2000 personas y la mayoría, mujeres. No por una política de género, es que son mejores, más activas, más valientes. La mujer, además, tiene un sentido del poder mucho más flexible y sutil que el hombre.

→ Ser positivos es una obligación moral. Es una obligación individual, pero también colectiva. Quien no tiene nada por supuesto que tiene derecho a ser pesimista, pero en el caso del resto es ofensivo.

→El mejor consejo que me han dado en la vida es precisamente al que no he hecho caso nunca: que me aplaque. Tengo pasión por estar ocupado. Me he impuesto escribir una obra de teatro todos los años. Es buenísimo para la mente.

→Yo les diría a mis nietos que sean ambiciosos. Intentad ser lo mejor que podáis en cada actividad que hagáis. Y sed audaces, no seáis temerosos.

Acaba de publicar Sobrevivir para contarla. Una mirada personal a la pandemia y al mundo que nos deja (Deusto).

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