Mick Schumacher es hijo de una leyenda, Michael Schumacher -del que nada se sabe desde el accidente que sufrió hace siete años y ahora un documental promete contar toda la verdad sobre su salud-, y la gran atracción del nuevo mundial de Fórmula 1. Hablamos con él sobre su padre y las inmensas expectativas que ha levantado su llegada al Gran Circo. Por Marcus Krämer y Alfred Weinzierl / Foto: HASSF1TEAM y Cordon
Mick schumacher lo ha conseguido. El hijo del siete veces campeón del mundo participó hace una semana en su primer Gran Premio de Fórmula 1. Ocurrió en el circuito de Baréin y todo gracias a Ferrari. La escudería donde su padre conquistó cinco mundiales consecutivos le ha conseguido esta temporada un puesto en el equipo Haas, que usa motores de la marca italiana. Aún es pronto para aventurarse, pero todo apunta a que el joven piloto de 22 años acabará corriendo algún día para el Cavallino Rampante. Nada que se le suba a la cabeza. Criado en Suiza, a orillas del lago de Ginebra, Mick responde a las preguntas de forma abierta y con confianza. Solo calla sobre el estado de su padre, alejado de la esfera pública desde su accidente de esquí en 2013. Con Ferrari, confiesa, mantiene «un vínculo muy emocional». De niño, recuerda, se sentaba en la tribuna del circuito de Fiorano para ver correr a la leyenda de la familia.
XLSemanal. Reúne usted una serie de condiciones que lo predisponen a triunfar como piloto. ¿Probó de niño otros deportes?
Mick Schumacher. Hockey sobre hielo y fútbol, pero ninguno me fascinaba como el motor. Con 2 años y medio ya montaba en karts. Nunca he querido hacer otra cosa.
XL. ¿Qué le fascinaba tanto?
M.S. Ganar. Y no me gusta nada perder. Empecé a ganar carreras con los karts y fue como una adicción. Quería más. Llevarte trofeos a casa era estupendo. Adoro la velocidad.
XL. ¿Esa pasión le viene de querer seguir los pasos de su padre?
M.S. Puede ser. De niño no pensaba en por qué me gustaba correr, lo hacía porque me divertía. Me subía a un kart todos los días.
XL. ¿Recuerda la primera vez que habló abiertamente de su deseo de ser piloto profesional?
M.S. Sí, en 2011, en el circuito de karts de Kerpen, con 12 años. Estaba con mi padre y nos pusimos a hablar de si quería seguir corriendo como afición o hacerlo de forma profesional y participar en carreras internacionales. Puedes adivinar lo que le respondí.
«De niño estaba en el circuito de karts con mi padre. Me preguntó si quería seguir corriendo por afición o como profesional. Puedes adivinar lo que le respondí»
XL. ¿Cómo reaccionó él?
M.S. Me apoyó. Y mi madre. Los años siguientes corrí con un equipo de karting carreras del Campeonato de Europa y del Mundo.
XL. ¿No lo presionaron?
M.S. Nunca me obligaron a nada. Era yo quien se ponía pesado a la hora de decidir qué carrera podía correr y dónde. No ellos.
XL. ¿Quién lo llevaba?
M.S. Siempre íbamos mi padre, mi madre y mi hermana, Gina; era una excursión familiar.
XL. Su entusiasmo por entrenar recuerda a su padre. ¿Hay algún aspecto en el que quiera distanciarse de él?
M.S. Es mi ídolo, por supuesto, y siempre estoy atento a qué daba él importancia como piloto. Pero es complicado imitarle. De todos modos estoy obligado a seguir un camino diferente, aunque solo sea porque la Fórmula 1 ha cambiado.
XL. ¿Qué ha cambiado desde el debut de su padre?
M.S. Los coches son más fiables y estables, hay menos accidentes. Se conducen de otro modo, son más largos. Y está el DRS (alerón móvil que reduce carga aerodinámica), las curvas rápidas se toman a más velocidad y las cerradas más despacio. Adelantar es distinto…
XL. Parece un deporte diferente.
M.S. Digamos que mi estilo no hubiese sido el adecuado hace 20 años. Pero la forma de conducir ha de adaptarse al momento.
Nico Rosberg, Jacques Villeneuve, Damon Hill…; no es raro que hijos de pilotos lleguen a ser campeones del mundo. De Villeneuve se sabe que no quería parecerse para nada a su padre, Gilles. Rosberg consiguió dar el salto cuando cortó amarras conscientemente con el suyo, Keke Rosberg, campeón del mundo en 1982. Y, por muy larga que sea la sombra de Schumacher, no parece que sea un problema para su hijo.
XL. ¿Ser hijo de Schumacher puede llegar a ser molesto?
M.S. No, ¿por qué? Soy el hijo de mi padre, me parece perfecto.
XL. Despierta un enorme interés público. ¿Ha desarrollado alguna estrategia para gestionarlo?
M.S. No estoy pendiente de cada noticia que se publica sobre mí. Me centro en el deporte. Además, soy reservado en las redes sociales, mi vida privada es muy importante.
XL. En la academia de pilotos de Ferrari ha seguido una trayectoria muy parecida a la de su padre. Las expectativas son inmensas…
M.S. No me meto presión con eso. Tengo mis propias expectativas y están bajo control. Sé qué debo hacer para ser más rápido.
XL. ¿Cómo cree que será su carrera profesional?
M.S. No miro tan lejos. Me centro en el año que tengo por delante, en mejorar y hacer mejor al equipo. Y estaría muy bien entrar con cierta frecuencia en la zona de puntos, es decir, entre los diez primeros.
XL. Algo que, en 2020, Haas solo consiguió en 2 de 17 carreras. ¿Le preguntaron si quería correr para Haas o decidió Ferrari por usted?
M.S. Solo diré que estoy muy feliz de correr en Fórmula 1 con ayuda de Ferrari. Y también de que sea con el equipo Haas.
Las grandes escuderías -Mercedes, Red Bull, Ferrari…- cuentan con programas de formación de pilotos. Tras la victoria de Mick en el Campeonato de Fórmula 3 en 2018, Ferrari lo reclutó para su Driver Academy. En 2020 se impuso en Fórmula 2. Tras años de crisis, con carreras aburridas y audiencias a la baja, la F-1 intenta reinventarse. Y todos en este mundillo conocen el poder promocional de la llegada de Schumacher júnior al Gran Circo.
XL. En su camino hasta la F-1 se percibe un patrón interesante: en su primer año en cada categoría, quedaba en una discreta zona media; en el segundo llegaban las victorias y, finalmente, se hacía con el título. Su enfoque en F-1 es ese: ¿aprender, ser paciente e ir mejorando?
M.S. La imagen que yo tengo no es tan simple. En mi primer año en Fórmula 2 tuvimos muchos problemas técnicos, defectos mecánicos y accidentes, lo que nos costó muchos puntos. En el primer año también doy lo mejor de mí.
«Soy el hijo de Michael Schumacher y me parece perfecto. No me presionan las expectativas. Tengo las mías y están bajo control. Sé qué debo hacer para ser más rápido»
XL. Le gusta sumergirse en el mar de datos que produce un coche. ¿Es un ‘yonqui’ de los datos?
M.S. Me interesa saber dónde puedo mejorar. Y me divierte. Pero en Fórmula 2, entre entrenamientos libres y sesiones de clasificación, no había tiempo para estudiar datos, así que confiaba en mis sensaciones al volante. Con el ritmo frenético de las carreras, hacer lo correcto de una forma intuitiva es una ventaja decisiva.
XL. ¿Qué papel tiene hoy el trabajo en el simulador?
M.S. Está muy lejos de la conducción real. Cuando entras demasiado rápido en una curva y sales volando, empiezas de nuevo, pero si te pasa eso en un circuito, te lo haces en los pantalones.
«De niño empecé a ganar carreras y fue como una adicción. Quería más. Llevarte trofeos a casa era estupendo. Y me encanta la velocidad. Me subía a un kart todos los días»
XL. ¿Cuánto le llevará dominar su nuevo coche?
M.S. Una o dos carreras. Tengo buen tacto para conocer los límites de un coche y sacarle partido.
XL. ¿Este deporte es más que nunca un cálculo de riesgo-beneficio?
M.S. Sin duda. En carrera, siempre debes sopesar si ser más agresivo o si es mejor cuidar los neumáticos. Hay que pensar si merece la pena pelear por una posición. Cuando vas detrás de otro coche, los neumáticos sufren por las turbulencias de aire que genera. Si vas solo con pista por delante, proteges los neumáticos. Se me da bien tomar ese tipo de decisiones. Y creo que me funcionará en la Fórmula 1.
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