La mayorÃa de las mujeres que toman ansiolÃticos no lo hacen por iniciativa propia. Se los recetó su médico de cabecera.
AnsiolÃticos, la adicción silenciosa
En España, más de dos millones de personas toman ansiolÃticos con regularidad. Es decir, ya hay más personas que los consumen que población diagnosticada por ansiedad y depresión. Los psicofármacos,…
Es lo que ocurrió con MarÃa, socióloga de 44 años. «Al tener el segundo hijo, me sentà sobrepasada. DebÃa ser la mujer perfecta, pero todo lo hacÃa fatal. Y mi marido insistÃa en recordármelo. Estaba desbordada, agotada, no era valorada… Y bebÃa mucho ârelataâ. Fui al médico en busca de ayuda y me recetó ansiolÃticos y un antidepresivo. Me dijo que con eso dejarÃa la bebida. Pero empecé a beber más y, encima, hasta arriba de pastillas. Además, con las recetas electrónicas tenÃa barra libre de tranquilizantes para un año». Resultado: MarÃa vivió una espiral autodestructiva, pensamientos suicidas incluidos, tomando durante un lustro cinco pastillas diarias entre Alprazolam, Trankimazin, Lormetazepan, Lexatin, Diazepam, Yurelax y Myolastan. De todas ellas, apenas las dos primeras las conseguÃa con receta. «No sentÃa dolor, no sentÃa nada. Era incapaz de tomar decisiones. Y, aunque viviera con ellos, me estaba perdiendo la infancia de mis hijos âreflexionaâ. Sin embargo, en lo profesional no me iba mal. Recuerdo que hice una presentación atiborrada de pastillas y, cuando la vi en vÃdeo, no se me notaba en absoluto. Por eso los toma la gente».
MarÃa rompió su dependencia. Pese a estar infinitamente peor que cinco años antes, le pidió a su médico que no le recetara más. «Reduje las dosis poco a poco y, cuando me vi fuerte âprosigueâ, me separé. Ahora, cuando no tengo a los niños, tomo de vez en cuando un Alprazolam para dormir que me facilitan unos amigos». MarÃa, asegura, ha aprendido que los ataques de ansiedad son algo normal y que hay que buscar estrategias para lidiar con ellos. «Cualquiera los tiene âdiceâ. Mi hijo, sin ir más lejos, cuando se le olvida un libro en el cole y no puede hacer los deberes. Pero, en vez darle un ansiolÃtico, le doy un abrazo, hasta que su respiración se regula».
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