Un lector nos mandaba esta carta a la sección El bloc del cartero de Lorenzo Silva
Eso es la vida. Una simple sonrisa. Soy médico internista. Dirijo un servicio en un pequeño hospital de un pequeño lugar. Nada importante. Hace un mes yo mismo ingresé a María con neumonía bilateral por SARS-CoV-2. María, a pesar de su situación, es una mujer sonriente. Por eso, desde el primer día, intuí que, pese a su gravedad, tenía una oportunidad. Lo ha pasado mal, muy mal. Casi no lo cuenta. Pero María me hace sonreír todos los días. Cuando la visito en su habitación, sola desde hace un mes, no me cuenta chistes ni siquiera anécdotas, pero me hace sonreír. Y salgo de su habitación todos los días con una sonrisa que nadie aprecia detrás del EPI. Ella cree que estoy salvando su vida y me lo dice a diario. Pero realmente quien tiene que agradecer soy yo. Cuando esté en su situación, espero estar a la altura de María. Mañana le voy a dar el alta. Un virus que mata a millones de personas no ha podido con una simple sonrisa.
José María Gutiérrez Moreno (Correo electrónico)