Una lectora nos mandaba esta carta a la sección El bloc del cartero de ‘XLSemanal’
Vivimos en una sociedad habladora, cotorra e incluso, me atrevería a decir, cotilla. Hablamos hasta debajo de las piedras, en bares a grito pelado, en la cola del súper con esa vecina que vemos siempre y nos dice lo mismo, con el carnicero sobre el tiempo, con los amigos y sus novedades. Hablamos y no paramos y, de repente, un bicho nos ha bajado el tono porque, aunque no nos calla nadie, ahora hablamos detrás de ese muro impuesto desde el que nuestra voz ya no sale limpia y clara. Y es como si nuestros pensamientos en alto chocasen en esa tela, rebotando una y otra vez, subiendo hacia la nariz, que se las apaña para coger aire. Nos miramos sin saber si sonreímos o ponemos cara de asco. Por eso pongo este título: hablamos desde dentro, ignorando si nos habrán escuchado bien o si nuestras frases serán meros ruidos en el aire. Pero lo que más me preocupa son los niños que están despertando a la vida, porque verán a las personas todas iguales. Lo que me pasa a mí desde que me trasladaron a otra tienda en julio. Ni sé cómo son los clientes ni ellos cómo soy yo a cara descubierta, porque no me han visto y solo conocen mis ojos, mi pelo y una voz distorsionada que se va apagando con la jornada. Es muy triste, pero hasta que no llegue el milagro, seguiremos hablando y mirándonos desde dentro.
Victoria Montiel García. Pamplona
Por qué la he premiado… Por su mirada sobre esta nueva cotidianidad, que no deja de desconcertarnos.