Una lectora nos mandaba esta carta a la sección El bloc del cartero de ‘XLSemanal’

A finales de marzo falleció mi padre. Tenía 77 años y era un hombre sano. Se contagió, no sabemos dónde, y murió en 10 días. La pena, la desorientación, el miedo… todos esos sentimientos se alternaban en mí y en mi familia. Lo despedimos como pudimos y seguimos confinados, en un duelo incrédulo y triste, muy solitario. Llegó mayo y empezó la desescalada. También el proceso burocrático que acompaña a la muerte. Durante tres meses viví entre papeles, citas previas, bancos, seguros de vida, certificados… Y aquí viene el motivo del título de mi carta. Quiero, y debo, agradecer a toda la gente que me ha acompañado. Funcionarios mondos y lirondos, empleados de banco y de la compañía de seguros, gente que me ha ayudado por teléfono. A veces oigo decir que el mundo no funciona, que la gente no es buena. No es así. Lo he comprobado en este trance. No conozco vuestras caras, la mascarilla lo impedía, y en algunos casos ni siquiera os he visto personalmente, pero os aseguro que debajo de la mía se ha serenado mi cara en muchas ocasiones. Gracias.

María Traver, Benicássim (Castellón)

Por qué la he premiado… Por la bella elección de expresar, en la desgracia, un sentimiento de gratitud.

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