Un lector nos mandaba esta carta a la sección El bloc del cartero de ‘XLSemanal’
En el mes de marzo del pasado año comprendí que se había declarado una guerra. No podía imaginar que cada día se estrellaría un avión atacado por armas invisibles y que matarían a cuatrocientas o quinientas personas, sin distinción de clase, raza, país, sexo o edad. Los accidentes aéreos, afortunadamente, se venían produciendo muy de tarde en tarde, pero ahora estaba ocurriendo a diario, cada día se estrellaba un avión lleno de pasajeros inocentes. Esos ataques empezaron muy lejos, y parecía que España estaba a salvo, al margen de esa catástrofe, y las autoridades se confiaron no dando mucha importancia a esos ataques, pero poco a poco empezaron a derribar aeronaves en España también. Era horrible. Yo no podía quedarme sin hacer nada. Sentí miedo, pero tenía que ayudar de alguna forma a toda esa gente que estaba sufriendo, que moría, y por ello me presenté voluntario. Moría tanta gente que los ataúdes se apilaban, los heridos eran tantos que los servicios médicos no daban abasto, e incluso muchos de ellos también murieron en el frente. Quería ayudar, había tantos heridos, tantas bajas que todas las manos eran pocas para parar al enemigo… y presenté una solicitud para ir al frente. No me llamaron. Tengo 63 años, estoy en plena forma, pero soy prejubilado de la Policía Nacional y me consideran viejo… y no pude ayudar, y el enemigo, la COVID-19, siguió atacando y matando. Lo siento.
Juan José Mestanza García. Alhaurín de la Torre (Málaga)
Por qué la he premiado… Porque hace falta, aunque duela, mirar alguna vez las cosas desde el peor ángulo.