Una lectora nos mandaba esta carta a la sección El bloc del cartero de ‘XLSemanal’
A veces, por las noches, no puedo dormir y me doy cuenta de que estoy tratando de pensar en ti, abuelo. No recuerdo cuántos dientes sobresalían de tu boca cuando sonreías ni cuántas pecas tenías sobre la nariz ni la forma de tus manos al sostener un libro. No recuerdo si tus ojos se volvían canela tostada o ámbar oscuro cuando llegaba el atardecer. No recuerdo la seguridad que me daba tu mano sobre la mía al cruzar la calle ni cuántas arrugas se formaban en tu frente al reñirme por saltar los escalones de dos en dos… Pero si aprieto los ojos fuerte, tan fuerte que duele, te recuerdo sentado en el sofá del salón, recuerdo tu sitio en la mesa y que tus cubiertos siempre eran especiales. Recuerdo el rumor vago de una radio a través de las paredes, recuerdo lo tranquila que me hacía sentir el sonido de las herramientas que venía del sótano. Recuerdo unas zapatillas, un abrigo verde, un bastón viejo y una bata que olía a hogar. Recuerdo partidas de cartas, ladridos de perros y bendiciones en la mesa. Recuerdo campanas en Navidad, villancicos y manos congeladas en guantes de lana. Recuerdo mañanas de verano, carreras por el prado y mangueras empapando el césped. Recuerdo los viajes impacientes por estar allí de nuevo, cómo nos abrías la puerta y nos saludabas con la mano. Recuerdo bocadillos de chorizo, y lo frío que estaba el suelo cuando me sentaba a verte trabajar. Recuerdo despertarme por la mañana y verte en el huerto, perseguirte mientras buscabas las patatas entre la tierra. Recuerdo que podías arreglar cualquier cosa que pusieran en tus manos. Recuerdo tu voz cuando me llamabas desde el despacho y miradas cómplices cuando me prestabas un libro. Y es entonces cuando todo vuelve, gustos, sonidos, olores, todo me transporta de nuevo a tu lado… A veces siento que no recuerdo nada, pero de pronto todo esto vuelve y ya puedo dormir, porque aun cuando no recuerdo nada sé que, si aprieto los ojos fuerte, puedo sentirte otra vez, abuelo, y ese amor siempre vuelve.
Bea Quiles Hevia. Murcia
Por qué la he premiado… Por la fuerza de su evocación, que a tantos, a buen seguro, representa.